Hace unos días dos buenos amigos
han protagonizado un pequeño debate en Facebook sobre los desorbitados sueldos
que cobran los futbolistas de élite actualmente. Uno de ellos se escandalizaba,
a la vista de la que está cayendo, de que se paguen estos sueldos y el otro
esgrimía el concepto de ley de oferta y demanda para justificar que se
establezcan estos emolumentos a la vista de los enormes beneficios que reporta
este deporte, tanto a clubes, televisiones y sociedad en general que se
aprovecha de la creación de puestos de trabajo.
Ambos tienen parte de razón, es
evidente que cuando se habla de empresas privadas, es lógico pensar que con su
dinero hacen lo que les viene en gana. Más dudoso es apelar a la ley de oferta
y demanda que, básicamente, se apoya en el principio de que si la demanda
excede la oferta el precio sube y viceversa, es decir, si la oferta excede la
demanda el precio baja.
Bajo estas premisas parece que la
oferta futbolística en nuestro país excede con mucho la demanda, numerosas
competiciones y enfrentamientos que nos proporcionan fútbol un día sí y otro
también. (Pretemporada, temporada, liga, copas europeas, continentales
intercontinentales, mundiales, partidos benéficos etc. etc …)
Parece que existe más fútbol que
el que podríamos digerir, por lo tanto existe mayor demanda que oferta de este
deporte. Siguiendo la ley, el precio debería de bajar estrepitosamente. No
ocurre así, todo lo contrario, cada vez los sueldos de los jugadores, los
precios de las retransmisiones y de las entradas son mayores. Es lógico que una actividad que genera
tantísimos beneficios se retroalimente en la misma medida.
El fútbol es considerado la
decimoséptima economía mundial, en España roza el 2% del PIB, en 2010 creó
85.000 empleos directos e indirectos aportando 9.000 millones de euros a la
economía, (solo la quiniela 500 millones al año) cada temporada acuden a los
campos españoles 14 millones de personas.
Si, las cifras marean, pero es
bueno pararse a pensar, que tantos kilos de euros deberían tener una lectura en
clave de marco social actual, en un país con casi 6 millones de parados y una
deuda cercana al 100% de lo que somos capaces de generar y con graves carencias
sociales, umbrales de la pobreza que atenazan a un gran número de españoles,
desatención a dependientes, sanidad, educación y empleo precarios,
desigualdades cada vez más evidentes, es sencillamente inmoral que un individuo
firme un contrato por 20 millones de euros anuales.
Da igual a que se dedique, si lo
hace bien o mal, si es rentable o no. Una inversión de este calibre no se
explica en la situación actual. No pretendo demonizar al deporte rey, otros
deportes también incurren en esta inmoralidad: tenistas, pilotos de Fórmula
Uno, algunos jugadores de baloncesto,… Si trasladáramos la rentabilidad de la
producción de un deportista de élite al ámbito de empresas no deportivas, nos
encontraríamos con sueldos similares para investigadores, arquitectos, médicos,
docentes, y otros cuya rentabilidad no está equiparada a sus emolumentos.
¿Cuántas
vidas ha salvado este médico? ¿A cuánto está la vida humana hoy en bolsa?.... A
ver…. tantos curados a tantos euros cada uno, nos dan una rentabilidad del
carajo, pero el sueldo del médico de élite, no es de 20 millones de euros, y
además no hace anuncios de champús ni de calzoncillos que le complementen su
sueldo en un hospital público.
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