De las llamadas artes la relación
entre el artista y el público es similar en todas menos en una, cuando un
pintor muestra su obra, el espectador recibe directamente el arte y él hace su
interpretación, así ocurre también con la arquitectura, la escultura, la
literatura. Pero no así con la música, cuando un músico presenta su obra lo
hace a través de intérpretes, intermediarios que son el vehículo para la
presentación de la obra de arte.
La música necesita de
ejecutantes, personas más o menos virtuosas que traducen los pensamientos
musicales del autor al lenguaje musical y nos permiten apreciar y, de nuevo
reinterpretar, lo que el artista pretende. Por tanto es un arte que debe
compartir su espíritu con el autor y el intérprete. En ocasiones confluyen en
una misma persona, pero a diferencia de otras artes, (pintura, escultura,
arquitectura y literatura) confluyen dos premisas: una lo efímero de la
representación artística, una vez ejecutada la pieza, ya no existe, y la otra
que cada vez que se interpreta es distinta. A pesar de que la tecnología nos
permite guardar esa interpretación musical y escucharla una y otra vez, es
cierto que cuando se vuelva a interpretar volverá a ser efímera y distinta.
Por eso Beethoven será distinto
si lo interpreta esta o aquella orquesta, este pianista o aquél. Por eso se nos
abre la boca con ciertas versiones, tanto de clásicos como de contemporáneos
cuando reinterpretan algo que, curiosamente, en la mayoría de los casos está
¡Escrito en un papel!, pero ¡Ah el matiz! ,
Sólo la representación literaria
del teatro y la danza contienen estas premisas, son efímeras y cada
representación es distinta. El creador
toma prestado de la música o del escrito, la base de su arte y ejecuta
directamente una interpretación visual artística que también es irrepetible,
las diversas versiones de ese mismo espectáculo,
correrá a cargo de nuevos artistas con creaciones nuevas, no es habitual que una
obra de teatro o de ballet repita una y
otra vez una coreografía de un mismo coreógrafo o una misma puesta en escena de
un mismo director teatral, lo normal es
que se cree de nuevo con nuevas interpretaciones, pero, a diferencia de la
música, esa representación es el arte ideado por un artista que lo presenta al
público directamente.
Tal vez la única interpretación realmente valida sería aquella dirigida por el autor. Quizás Beethoven se revuelva en su tumba al ¿oír? como le interpretaba von Karajan y en cuanto a los vivos, pocos se manifiestan en contra de las versiones que de sus obras se hacer. Tal vez en esto influya ligeramente la cuestión económica.
ResponderEliminarEn todo caso diré, que las interpretaciones, no solo en música, también en las adaptaciones de textos literarios, por establecer un paralelismo, a veces mejoran lo hecho por el autor; no siempre son peores, no siempre el autor, aunque sea el inspirador del resultado final, tiene razón.