Desde muy pequeño he tomado
partido por aquellos que son más desfavorecidos en el imaginario colectivo, y
casi siempre sin querer, resultaba que estos más desfavorecidos se presentaban
como los malos, así, en las pelis de vaqueros yo siempre iba con los indios,
estos salvajes cortaban cabelleras y mataban sin piedad al 7º de caballería,
pero a mí me producían simpatía.
Los dibujos animados de mi época
de chaval, presentaban también la figura del perdedor equiparándola con el
malo, que, por supuesto, debía perder siempre frente al bien, Pierre Nodoyuna,
era mi favorito, desde luego para mí ganaba en cada episodio al insufrible
Pedro Bello y a la cursi Penélope Glamour, aunque llegara siempre el último en
“Los autos locos”.
La tele y el cine están llenos de
malvados, unos muy muy malos, y otros no tanto o por lo menos no nos los
presentan como villanos.
Parece que existen varias
categorías, los malos “porque si”, en esta categoría aparecen individuos como
Alex de Large, inolvidable malo y violento de “La Naranja Mecánica”, que es un
sádico y probablemente enfermo personaje, que aunque se redima en el film, no
tenemos muy claro por qué es así, la sociedad tendría la culpa….
Jack Napter , el Jocker de “El
caballero oscuro”, es malo de nacimiento, así como Lord Voldemort de “Harry
Potter”, Freddy Krueger de “Pesadilla en Elm Street”, o incluso un personaje no
humano como la computadora Hal 9000 de “2001”. No entendemos muy bien que
desastrosos acontecimientos, a parte del rencor que todos ellos tienen, les
empujan a ser tan sumamente malos, y si atendemos sólo al rencor vemos que ese
sentimiento tampoco es loable.
En cuanto a sentimientos, nos
encontramos con otra categoría de malos, aquellos que se dejan llevar por
pasiones muy bajas y que no se paran ante nada para conseguir sus propósitos
malvados, llevándose por delante a los supuestos buenos. En esta categoría
sobresalen los malos de culebrón americano J.R. de “Dallas”, Angela Channing de
“Falcon Crest”, Alexis Carrington de “Dinastía”, Cersei Lannister de “Juego de
Tronos” o Amanda Woodward de “Melrose Place”, curiosamente en este apartado de
insaciables maldades fruto de la codicia proliferan las mujeres.
Otros malos lo son por
desequilibrios mentales, transitorios o no, y aquí empiezan a surgir ciertas
simpatías, al fin y al cabo son locos cuya enfermedad les lleva a ser como son.
Aquí destaca Norman Bates de “Psicosis”, pero no están mejor de salud mental
Jack Torrance de “El resplandor” o incluso Travis Bickle de “Taxi driver” o ese
exquisito caníbal Hannibal Lecter del “Silencio de los Corderos”.
En otros casos, y de ahí lo de
simpatía por lo malvado, están esos personajes que nos presentan a malos, como
tu y como yo. Se atreven a presentar la maldad como algo natural, como ir a la
compra. Son personas, no personajes, que van evolucionando durante el metraje o
los capítulos desde su cotidianeidad de vidas comunes a vidas de horror. En
estos casos como espectadores, empatizamos tanto con ellos que incluso vemos
sus actuaciones como consecuencias lógicas de lo que la vida les pone delante.
Es un peligro empatizar con el
mal, es de dudoso gusto que Toni Soprano nos parezca más un tipo bonachón y
gordito, pendiente de su familia y amigos que se ve en la obligación de matar a
cuatro o cinco por capítulo y después contárselo a su psiquiatra como si se
pudiera curar con un ansiolítico. Es un peligro, también, encontrar a un Walter
White (Breaking Bad), como amantísimo y responsable padre de familia que ve
como se le va de las manos su perverso plan a la vista de los acontecimientos.
Ya avisaba Coppola, con Michael Corleone “El padrino”, un tipo familiar y
normal, casi anodino, más malo que un dolor.
La última calificación de malos
del cine y la tele, es sobre aquellos malos que no vemos en un principio, “The
wire”, tiene a los malos oficiales bien diferenciados, los bajos fondos de
Baltimore nos presentan a los etiquetados malos Avon Braksdale, Stringer Bell,
Marlo Standfield y Omar Little, son reconocibles, son los negros traficantes,
pero agazapados están los teóricamente buenos el jefe Daniels, o el propio
McNulty, son individuos poco recomendables, ambiciosos, borrachines, sin
escrúpulos, joyas que en contraposición con sus antagonistas se convierten en
héroes, pero héroes de la maldad.
Don Draper (Mad Men) es el
protagonista, al que debemos admirar, como consigue lo que se propone, su afán
de superación, su estilismo años sesenta arrollador, su seguridad en si mismo,
es un auténtico cabronazo, y en definitiva una mala persona. Al igual que el
simpatiquísimo Tyrion Lannister “Juego de Tronos”, ese hombrecillo cáustico y burlón es un
ejemplo de villano de libro.
Pero nos estamos acostumbrando
demasiado a ver en las pantallas actitudes execrables como consecuencia de la
condición humana, asistimos a una especie de justificación de comportamientos,
que si bien son ficción, nos acercan a personajes que lógicamente, viven sus
vidas como normales incluyendo el asesinato, la extorsión, el robo, etc.
Ya sólo queda que cada uno elija
a su malo favorito al que le gustaría invitar a cenar a casa.
Pues de elegir yo prefiero a Pierre que está en la memoria infantil donde la maldad se queda en la tele. Los otros por ser tan reales prefiero no meterlos en casa y dejarlos en el telediario.
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