Al parecer linchamiento
tiene su origen a partir del apellido irlandés Lynch. Existiendo dos
teorías: La primera, sobre un alcalde irlandés del siglo XV, quién se hizo
famoso cuando hizo ahorcar a su propio hijo tras acusarlo de asesinato, y la
segunda a un juez estadounidense de Virginia quién en el siglo XVIII ordenó
ejecutar a una banda de conservadores sin dar lugar a juicio.
No sé cuál de las dos me gusta
menos, una por lo espeluznante del tema y la otra… también por espeluznante.
Disfrutamos de un estado de
derecho ejemplar y sin arriesgarme en los datos, puedo decir que tenemos una de las legislaciones más garantistas
de nuestro entorno, donde la presunción de inocencia y la garantía de juicios
justos y debidamente asistidos nos hacen referente mundial.
Pero, ¡ah! los medios de
comunicación no están en esto, ellos están en lo suyo, aumentar sus ventas,
audiencias o como quiera que se midan sus éxitos frente a sus competidores.
Incluso han conseguido, con su ensañamiento, que los titulares y las imágenes
que les sirven para aumentar sus beneficios no les cuesten ni un duro. Es el
pueblo quién gratuitamente les proporciona las portadas de sus informativos y
periódicos.
Me refiero al espectáculo que
vemos a las puertas de los juzgados donde día sí y día también se producen
escenas que se aproximan mucho a nuestro originario apellido Lynch. A cualquier
hora del día o de la noche se agolpan a
la puerta de los juzgados centenares de personas que se han congregado, no
sabemos cómo, si a través de redes sociales o simples “pásalo”, con un objetivo
casi siempre común, esperar la llegada del detenido, acusado, imputado, testigo,
etc. y proferir insultos, descalificaciones, y acusaciones.
Me tranquiliza que entre los que
gritan y los gritados, en ocasiones colocan vallas protectoras, con lo que
parece que eso y la presencia policial es suficiente para evitar el citado
linchamiento
.
A veces sueño que alguien
traspasa la valla y azuza a sus compañeros para hacer lo mismo y en ese preciso
instante sacan una buena soga y buscan, ávidos de justicia, un propicio árbol
que permita que el reo quede suspendido, pongamos que por el cuello, hasta la
muerte, y me despierto sudando y pensando que podría ser yo el que oscilase al
final de la cuerda.
No entiendo qué beneficio se saca
de esto, ya he comentado que los medios si tienen un objetivo, pero el
ciudadano de a pié ¿qué saca de esto?, ¿eliminar adrenalina sobrante?
Podría tener benevolencia con
estos que gritan, desde mi sofá viendo a familiares de algún asesinado, o
damnificados de estafas y otros robos, presentarse ante los juzgados como
“acusación particular de andar por casa” y expresar su pena, su dolor o su
rabia. Pero ¿el resto de congregados?, ¿son seres tan solidarios que acompañan
a los familiares y amigos para intentar dar un par de patadas a un furgón policial,
generalmente blindado? ¿Para qué?
Hace poco oí, para culminar mi
asombro, que en un caso concreto la propia policía, que trasladaba a unos
detenidos a un registro de sus domicilios, había expuesto a los implicados ante
la muchedumbre concentrada ¡a propósito!, para que les insultaran y jalearan, a
poder ser que fueran escupidos, supongo, y así conseguir su “derrumbe” psicológico y obtener confesiones cuanto antes. Me quedé horrorizado, ¡la propia
policía está incitando al linchamiento público!
Mas boquiabierto me quedé, el
mismo día cuando vi a las puertas de otro juzgado, (ya digo yo que esto es una plaga), la
entrada de un deportista de élite acusado y confeso de un fraude millonario con
la Hacienda Pública. Se agolpaba de nuevo una
muchedumbre, que a diferencia de otros casos fue allí a vitorear, aclamar y dar
ánimos al deportista. “Es una injusticia” decían unos “¿Cómo va él a cometer un
delito así?” decían otros “Él no sabía que estaba defraudando”,….
Cuando en todos los informativos,
televisión, radio, prensa escrita, etc. hemos visto cómo la gente que está allí,
que seguro que sabe más del caso que nos ocupa que yo, se hace juez y dicta
sentencia, antes incluso de que el individuo traspase la puerta del juzgado, es
muy difícil ser imparcial, es muy difícil empatizar con el acusado, o poner
ambas manos sobre el fuego por él, ya que la solución ya ha sido dictada.
Querido Lynch, quien quiera que
seas, tu no tienes la culpa de que se utilice tu apellido para cometer
tropelías, una buena acogida a la puerta de un juzgado y ¡sentencia firme!
No hay comentarios:
Publicar un comentario