lunes, 6 de enero de 2014

Anselmo

Anselmo, ha entrado a trabajar en un lavado de coches, es su primer trabajo y sus jefes no quieren que aún tome la bayeta y el jabón, por lo que un operario que lleva más tiempo le enseña a limpiar los parabrisas y las ventanas de los vehículos. El uso del producto adecuado y las bayetas que dejan relucientes los cristales, cuanto debe de apretar, cuanto producto utilizar y la forma en que debe mover sus manos.

A las pocas semanas Anselmo domina el trabajo, no parece difícil y además los resultados son satisfactorios, tanto para sus jefes como para él.

El operario que lleva más tiempo es ascendido a la fase de aspirar los interiores de los coches, por lo que Anselmo es ahora la persona encargada de los cristales, el trabajo crece, ya no tiene ayuda, aún así todo continúa con cierta normalidad.

Anselmo, está aprendiendo a base de encontrarse con problemas en su día a día, las bayetas deben ser cambiadas periódicamente, y el producto limpiador no puede con ciertos restos pegados a los cristales, también se complica la limpieza de restos de pegatinas que, hasta ahora, nadie había intentado quitar. Habla con sus jefes y les solicita más presupuesto para nuevas bayetas, un nuevo producto que anuncian en televisión y un rascador.

Ha tenido suerte, le dan el nuevo producto y el rascador y se sustituirán las bayetas que ya no cumplan su función, no todas serán nuevas pero algo es algo. Anselmo, triunfa, los parabrisas están  inmaculados y le felicitan clientes y jefes.

Llegados a este punto, los jefes le proponen, sin aumento de sueldo, que, ya que tiene tanto éxito con los parabrisas podría ocuparse de limpiar las ventanas del piso superior del lavado de coches, total son sólo tres ventanas y no habría que limpiarlas a diario, sólo una vez cada dos semanas.

Anselmo, acepta, aunque no tuviese muchas alternativas, el reto es importante para él, “confían en mi”.
Se pone manos a la obra y utiliza la misma técnica que ha aprendido con los parabrisas, y el resultado no es muy satisfactorio, necesita un instrumento que usan los limpiacristales para que el cristal de la ventana luzca limpio. Además ve que tiene que limpiar los marcos de las ventanas y sus herramientas no son las adecuadas para ello.Tiene algún fracaso al principio, pero él sabe limpiar, eso no debe ser tan complicado.

Finalmente consigue su objetivo, aunque ha tenido que ampliar su horario, los coches y las ventanas se acumulan, además ha perdido mucho tiempo en encontrar la solución a sus problemas con los marcos y ha tenido, de nuevo, que pedir más presupuesto para comprar los utensilios necesarios para la limpieza de las ventanas.

Por fin, a las pocas semanas consigue dejar las ventanas en perfecto estado, una vez cada quince días, deja los coches y se ocupa de las ventanas. ¡Esto marcha!

Los jefes son conscientes de que ahora está realizando un doble trabajo, por lo que le proponen que también se ocupe del ventanal del despacho del superjefe, tendrá un pequeño aumento de sueldo y además ha entrado un nuevo operario para ayudarle con los parabrisas.

De nuevo Anselmo, se siente alagado, acepta el nuevo reto y se pone manos a la obra, dedica algunas semanas a limpiar los coches con el nuevo y le enseña todo lo que sabe, los rincones, las pegatinas, los mosquitos muertos, los churretes, como limpiarlos sin que quede rastro. Imprime en el nuevo empleado toda su experiencia y este parece que aprende. La sensación es que no da todo lo que debería, pero las perspectivas son dejar de una vez los coches y centrarse en sus ventanas.

El ventanal del super jefe, tiene problemas, es enorme, no es tan fácil llegar a todos los rincones. Los productos que viene utilizando para las ventanas no son los adecuados para la madera del marco del ventanal, además no llega a todas partes.

Sugiere a sus jefes la compra de un producto para la madera y una escalera, le es concedido, al fin y al cabo es un experto en ventanas, él sabrá que es lo mejor para el ventanal.

El nuevo empleado ha aprendido pero, evidentemente no es Anselmo, los jefes le llaman la atención al respecto y Anselmo herido en su ego intenta tomar cartas en el asunto. Surge un problema y es que él sabe limpiar parabrisas y ventanas y ahora tiene una nueva responsabilidad a la vista directa del superjefe, pero, no sabe cómo tiene que actuar con el nuevo, esto es una cuestión de recursos humanos no sólo de enseñar. Si el nuevo hubiese sido como él fue habría aprendido y trabajado correctamente, pero no lo hace. ¿y ahora qué?.

Sus dotes de dirección de equipo, se limitan a inculcar al nuevo las técnicas de limpieza de parabrisas pero incluyendo nuevos trucos, unos de limpieza y otros destinados a que su trabajo luzca más de lo que realmente hace. Algunos de estos trucos fueron utilizados por Anselmo y otros los ha visto en otros compañeros del lavado de coches o los ha oído en  otros lugares. Nada incorrecto pero con sentido común los jefes le verán con buenos ojos. El nuevo asiente y parece dispuesto.

El ventanal del super jefe sigue dando problemas, ahora tiene que subir y bajar de la escalera, varias veces, antes no necesitaba subirse en ningún sitio para limpiar cristales, esta tarea le está ocasionando retrasos en el resto de sus obligaciones y además, se cansa mucho. Está tardando más que antes en realizar su trabajo, y aunque el ventanal se limpia cada quince días ya en dos ocasiones ha coincidido con la limpieza de las ventanas.

Anselmo ha tenido una idea, a pesar de tener una escalera, ha incorporado un alargador mediante un palo a sus bayetas, con lo que consigue los mismos resultados sin subirse y bajarse tantas veces de la escalera. Parece que todo marcha bien.

Los jefes se han dado cuenta y le proponen que se ocupe de la limpieza de todos los cristales del lavado de coches, incluido el escaparate de local. A cambio la persona que limpia ahora los parabrisas con él, se ocupará en exclusiva de esta tarea, y además le ayudará a la limpieza de las ventanas y el ventanal, para ello subirán el sueldo al empleado,  quedando para Anselmo el escaparate y la supervisión del empleado en el buen fin de la limpieza de ventanas y los coches.

Anselmo, de nuevo accede, aunque a él no le subieron el sueldo cuando pasó de los coches a las ventanas. Además él ha inventado la solución del ventanal haciendo mucho más fácil la limpieza, piensa que el empleado está teniendo más suerte que la que él tuvo.

Anselmo plantea a sus jefes que ahora tiene una tarea nueva, más allá de la limpieza y es la de supervisión, algo a lo que no está acostumbrado. La respuesta es un nuevo cargo con un pequeño aumento de sueldo “responsable de elementos de cristal”.

Por fin se enfrenta a la limpieza del escaparate, de nuevo surgen los problemas, la superficie a limpiar es mucho mayor que la que él tiene costumbre, la suciedad es distinta, existen pegatinas, pintadas, incluso los perros se orinan en los márgenes del escaparate. Anselmo pone en práctica toda su experiencia, ya ha probado muchos productos y utensilios, tiene la escalera, el palo y muchos meses de trabajo, el reto es difícil pero poco a poco se va acostumbrando, además su actitud es buena, ha ido asumiendo nuevas responsabilidades y parece que la cosa no va tan mal. El empleado supervisado, está  haciendo todo lo que le sugiere y los cristales están limpios ¿era eso lo que se quería no?

Anselmo es llamado por sus jefes, no están contentos, no le hablan de los parabrisas limpios, no de las ventanas, incluidos sus marcos, ni del ventanal del superjefe que también reluce, ni siquiera de los cristales del escaparate, le plantean que están decepcionados por el estado de suciedad del toldo del escaparate.

Pero, ¿tenía que limpiar el toldo?, Anselmo no da crédito ya lleva tiempo en la empresa, jamás le habían llamado la atención por no hacer bien su trabajo, incluso ha formado y supervisado a un empleado, cuando él es experto en cristales, y, si soy experto en cristales ¿Qué me dicen del toldo?

El orgullo de Anselmo, está herido, no hay problema, no volverá a ocurrir, se ocupará de la limpieza del toldo, y quedará perfecto.

Los jefes han determinado la opción de que una empresa moderna debe sacar de su “zona de confort” a sus empleados, estos se acomodan a su status y no aportan nueva energía a la empresa, con Anselmo han decidido observar cómo se comporta con el toldo y si tiene éxito le harán responsable de limpieza del local.

Anselmo lleva días sin poder dormir, no tiene ni idea de cómo limpiará el maldito toldo, no es de cristal, necesitará cepillos, sacudidores, aspiradoras, limpiadores de metal y lona. Está desesperado, se pasa horas mirando el artilugio que desplaza y recoge el toldo. Tiene piezas móviles con aceite para que no suene y realice su función correctamente. La lona tiene polvo y manchas, resto de lluvia y un sinfín de problemas.

Anselmo, se pone a trabajar, es muy difícil para él incluso acceder al dichoso toldo, la escalera que el utiliza para limpiar el cristal del escaparate le acercaba y le permitía llegar a toda la superficie, los productos limpiacristales, sus rascadores, su palo su bayeta, ¡nada sirve para esto!. Ha solicitado la compra de productos quitamanchas de superficies de lona, un aspirador, ya sabe que tendrá que tener un palo telescópico que le permita accede a todo el toldo, su experiencia con el palo ha servido para algo, sustituirá los rascadores por cepillos…

Tiene el material y una experiencia que no le sirve del todo, pero que puede aplicar a la limpieza del toldo.
Los resultado no están mal para Anselmo, el toldo está limpio, pero no reluce como sus cristales, desde luego los cristales de los coches no relucen como cuando él los limpiaba, pero el empleado a su cargo tiene ahora un aprendiz que le ayuda.

Los jefes han decidido que Anselmo asuma finalmente responsable de limpieza del local, entre sus funciones están, mantener limpios todos los cristales del local, ventanas, ventanales y escaparates, mantener limpio los suelos y paredes de local, elementos decorativos, plantas de la entrada, asientos de espera de los clientes, etc. Mantener limpios los despachos y oficinas del lavado de coches, mantener limpia la zona de lavado, aspirado, mantener limpias máquinas de tren de lavado, maquinas aspiradoras etc.,

Para todo ello tendrá a su cargo una cuadrilla de tres personas, a las que deberá dirigir con el objetivo de que todo se cumpla, de las tres personas dos son limpiadoras que hasta ahora se ocupaban de suelos y paredes de todo el negocio y de los elementos de limpieza de los despachos oficinas y zonas comunes, la tercera persona  es el empleado que hasta ahora estaba a su cargo limpiando cristales.

Anselmo se ocupara de dirigir este equipo, hacer los pedidos de material, la gestión de los gastos que se ocasionen, uniformes, utensilios de limpieza etc. Los jefes le han planteado el reto que esto supone, las cualidades que tiene Anselmo le permiten acceder a este puesto, tiene una gran experiencia y además ha atajado el problema del toldo con diligencia, también ha dirigido equipos con suficiente éxito. Este nuevo puesto tiene un importante aumento de sueldo y una enorme perspectivas de futuro.

Anselmo se ha ido a casa llorando, le han arrancado de su zona de confort a patadas, él sabe que es un experto de la limpieza de cristales, sabe lo mal que lo pasó dirigiendo a una persona que no daba la talla y ahora le colocan a tres, sabe que el episodio del toldo le ha costado mucho, que no ha podido desarrollar su experiencia con cristales y que el toldo,  no se deja engañar, no está limpio.

Sabe que la persona que le enseñó los primeros días de trabajo es la única que le ha enseñado algo, el resto de su experiencia la ha obtenido el de forma autodidacta, lo que ahora le están proponiendo está fuera de su alcance, ¿quién le enseñará los primeros pasos?, Ahora no vale con ensañar un par de trucos a un colaborador, ahora los trucos son desconocidos para él, ahora tiene personas a su cargo que no conoce y que ya tienen su propia experiencia, difícil tarea.

Han pasado seis meses y Anselmo ha sido despedido, el mejor limpiacristales de la empresa no tiene trabajo, su pase por el departamento de limpieza del local ha sido un desastre, el personal a su cargo le vio con recelo desde el primer día “este limpiacristales me va a enseñar a mi como se pasa el aspirador”, “que se habrá creído”. Los gastos se duplicaron, ya que intentando probar se compraron muchos productos y utensilios que fuero fallidos y el local no estaba nunca limpio.

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